Puesto que estamos limitamos por la forma que adopta la materia y ocupando un espacio desde ese cuerpo que habitamos con el cual nos contamos como, un yo soy, físicamente presente y diferenciable por el cual nos desplazamos por lugares físicos y mentales transitando territorios físicos y mentales, reconociendo lugares, elaborando un croquis, creando los referentes de todas las estancias, recorriendo habitaciones físicas y mentales para recordar en cuál de ellos hemos dejado por ejemplo las llaves...y cuando salimos a la calle, recordar cuál es el camino que nos lleva en esta o aquella dirección, donde esa forma física que somos llegará a la cita. Pero acaso nos percatamos de los lugares donde habitamos o por aquellos que esquivamos o pasamos, más allá de su forma física?
Tenemos cuidado al pasar por la calle oscura y de encender la luz de cada habitación, pero los lugares también nos habitan desde dentro.
Entonces cuando nos desplazamos con todo nuestro cuerpo por el espacio para llegar a esa cita con el otro... podemos reconocer en qué lugar no físico, estamos cuando llegamos al encuentro?
domingo, 12 de octubre de 2014
domingo, 26 de enero de 2014
Ficción, dinero y amor
Andamos cubiertos por la sombra de tres bastiones que se elevan en nuestro horizonte y nos llenan
de carencias que pertenecen a su orden: ficción, dinero y amor
romántico.
La ficción nos permite dibujarnos al
espejo, vestirnos con la apariencia construida a partir de la
imitación, aquella infundada desde la infancia por los mayores, a
la que mas tarde convertimos en su anti, como una formula de escape
para llegar a esa complaciente amalgama que conocemos como "mi mismo", pero dependiente de la aceptación de los otros.
El dinero como un valor nos demuestra,
nuestra mas eficiente aplicación de servicio a un amo. Consumir y
ser consumido literalmente, sin la metáfora de la naturaleza. La
acumulación del dinero y su valor equivalente, traducido en poder,
multiplicados hasta su más absoluta perversión.
El amor romántico como cúspide moral
del entramado, crea a la vez su oponente con la misma capacidad de
sombra, del anti romanticismo basado en el consumo sexual, o esa moneda
viviente, o también, el asexualismo de ingredientes ascéticos cuyo soporte es
una nueva especie de hedonismo que encapsula para protegerse del dolor
y del otro, una aséptica del individualismo.
Mas allá el sol continua irradiando su
dorado calor y su luz que nos recuerda que somos su eco.
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