Sin poder separar entre exterior e interior nos precipitamos en la continua equivocación.
Afuera el modelo a seguir está de continuo colocado como la zanahoria suspendida en la vara delante de nuestros ojos. Seguimos aferrados a la ilusión de conseguir eso que está allá, adelante, a un paso más, el fin.
Atropellamos los días sin darnos cuenta que éste es único e irrepetible
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